El manejo de las divisas es uno de los aspectos más
complejos de la economía de un país. Conseguir un tipo de cambio adecuado a la
realidad y a las circunstancias económicas, es una tarea compleja y de gran
importancia que tiene efectos en los más diversos aspectos de la vida económica
de un país. Pues bien, la implementación de instrumentos y medidas aplicadas
por un gobierno, con el objetivo de regular el tipo de cambio de una moneda se
conoce como política cambiaria.
La política cambiaria busca controlar el tipo de cambio ideal de una
divisa, puesto que el tipo de cambio tiene efecto directo sobre diversos
aspectos de la economía de un país, y es definitiva en el manejo de la inflación,
las exportaciones e importaciones, lo que a la vez redunda en el empleo y el
crecimiento económico.
El tipo de cambio de un país refleja su oferta y demanda de divisas, en
que la oferta proviene básicamente de las exportaciones y los flujos de entrada
de capitales, y la demanda de la necesidad de importar bienes y servicios. Las
expectativas sobre el futuro de la balanza de pagos a menudo juegan también un
papel en la determinación de la tasa de cambio del momento. En la mayor parte
de las circunstancias, el tipo de cambio también responde a las tasas de
inflación interna, por la siguiente razón: un incremento en los precios
nacionales superior al aumento de precios en los socios comerciales torna las
exportaciones del país menos competitivas y sus importaciones más atractivas.
Por lo tanto, si los otros factores no varían, esto disminuirá la oferta futura
de divisas con relación a su demanda, y por ende hará que el tipo de cambio se
deprecie.
En este sentido simple, haciendo abstracción de los flujos de capital,
el tipo de cambio no controlado tenderá a moverse con el tiempo en consonancia
con el diferencial entre la inflación interna y la externa, manteniendo así la
“paridad del poder adquisitivo” entre el país y sus socios comerciales. Esta es
la tendencia a largo plazo, pero pueden haber variaciones considerables en el
corto plazo alrededor de esta tendencia, especialmente en respuesta a las
fluctuaciones de los flujos de capital.
Dado que la depreciación del tipo de cambio encarece
las importaciones, los movimientos del tipo de cambio alimentan adicionalmente
la inflación interna. Sin embargo, los aumentos de la tasa de inflación
inducidos por el tipo de cambio tienden a ser proporcionalmente menores que la
depreciación cambiaria misma (usualmente 50 por ciento a 70 por ciento de la depreciación).
Por lo tanto, si la inflación se puede controlar con políticas fiscales y
monetarias apropiadas, los movimientos del tipo de cambio y la tasa de
inflación disminuirán y eventualmente cesarán, dando como resultado la
estabilidad de los precios.
Es importante tomar en cuenta la cadena de causalidad económica básica:
la Política fiscal y la Política monetaria determinan la tasa de inflación, y
esta última a su vez juega un papel importante en la determinación del tipo de
cambio. Pero, dado que los movimientos del tipo de cambio generan efectos
temporales en dirección opuesta, aumentando la tasa de inflación, los gobiernos
que buscan la estabilidad a veces tratan de fijar el tipo de cambio, o
restringir sus movimientos, para reducir la tasa de inflación a corto plazo. En
muchos países en desarrollo esta es una política popular entre la clase media
urbana, principal compradora de bienes de consumo duraderos importados. Sin
embargo, es una política que va contra la dirección de la causalidad y, por consiguiente,
difícil de sostener. Esta política debilita la competitividad de las
exportaciones y hace difícil a los productores competir con las importaciones
en el mercado nacional. Con un tipo de cambio fijo, los incrementos en los
costos y precios domésticos se transmiten en las mismas proporciones al precio de
las exportaciones expresado en moneda extranjera, y por eso las exportaciones
se vuelven menos competitivas en los mercados externos. Como resultado, un tipo
de cambio fijado sin tomar en cuenta la inflación del país o que no fluctúa lo
suficiente para mantener la paridad del poder adquisitivo, puede hacerse
insostenible y la política fracasar.
Cuando el tipo de cambio se deprecia menos que la diferencia entre las
tasas de inflación interna y externa, se dice que el tipo de cambio real se
aprecia. Esto puede ocurrir por razones económicas naturales, como cuando
ingresa un flujo de divisas grande y continuo, más o menos indiferente a la
tasa de inflación interna. El ejemplo clásico es el del descubrimiento de
importantes yacimientos de gas o petróleo. Los ingresos de divisas resultantes
“sostienen” el tipo de cambio evitando que se deprecie, independientemente de
las tasas de inflación internas. Sin embargo, la combinación de inflación
interna (que sube los costos de los productores) y un tipo de cambio estable
(que mantiene los precios de las exportaciones estables en moneda nacional), es
decir, un tipo de cambio real que se aprecia, normalmente debilita la
competitividad de las actividades agrícolas e industriales más sensibles a las
variaciones de los precios. Este fenómeno económico se notó por primera vez a
raíz del descubrimiento de yacimientos de gas natural en Holanda a mediados de
los años cincuenta: se le conoce entonces como la “enfermedad holandesa”,
teniendo en cuenta sus efectos negativos sobre otros sectores de la economía.
Actualmente, la depreciación que presente la moneda Estadounidense,
afecta negativamente las economías emergentes o en desarrollo, puesto que se ha
acentuado el déficit comercial, en la medida en que se obtiene menos por las
exportaciones y se hace mas económico importar, lo que contribuye a un des balance comercial. A la par con la revaluación de la moneda local, se presenta
un incremento importante en los indicies de inflación, lo que es un factor que
adicionalmente afecta la capacidad de consumo interno de un país. El nivel del
consumo depende del nivel de ingresos de la población, y el nivel de ingresos a
la vez depende de las exportaciones, y estas al verse disminuidas por efecto de
la revaluación de la moneda, disminuyen la capacidad de consumo, lo mismo que
hace la inflación al afectar directamente la capacidad adquisitiva del dinero,
por lo que se convierte en un circulo vicioso que exige una correcta política
cambiaria encaminada a corregir las situaciones generadoras de estas
dificultades.
La solución a los problemas causados por el tipo de cambio de un país,
es mucho mas compleja que decidir revaluar o devaluar la moneda, toda vez que
el tipo de cambio depende de muchos factores, y a la vez afecta otros muchos
factores que se interrelacionan constantemente dentro del dinamismo propio de
una economía de mercado, lo que la hace compleja y en muchos casos
impredecible.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario